Hubo
una época, a mediados de los noventa, en la que las discográficas
buscaron en la música de raíces, bajo la confusa etiqueta de
country alternativo o americana, al sustituto de la agonizante escena
grunge como movimiento que copase las listas de éxitos. De ese modo,
los sellos más poderosos contrataron a las bandas que ofrecían
mayor potencial. Warner Records fichó a la escisión de los
influyentes Uncle Tupelo (Wilco y Son Volt), American Recordings se
hizo con los servicios de The Jayhawks, mientras que Elektra hizo lo
propio con nuestros protagonistas: los prometedores Old 97’s.
Y
es que Old 97’s era, por aquel entonces, una popular banda de bar
surgida en Dallas (Texas) en 1993, que había recorrido el país
presentando su debut, “Hitchhike to Rhome” (1994) y un EP,
“Store/Garage sale” (1995) compartido con Funland, un grupo del
mismo sello al que pertenecían, Idol Records. En Chicago llamarían
la atención de Bloodshot Records, donde publicarían su siguiente
paso, “Wreck your life” (1995).
Tras
dos prometedores álbumes en sellos independientes, la (en otros
tiempos) prestigiosa Elektra Records les echó el guante, deseosos de
que el mencionado country alternativo se transformase en el nuevo
movimiento a seguir por los aficionados, y que los tejanos se
convirtiesen en uno de sus estandartes.
Así,
en enero de 1997, los componentes del grupo, Rhett Miller (vocalista,
guitarra y principal compositor), Ken Bethea (guitarrista), Murry
Hammond (bajo y voz) y Philip Peebles (batería), se encerraban en
unos estudios a las afueras de Woodstock, excitados por el gran
desafío al que se enfrentaban y por las elevadas expectativas de su
nueva compañía. Si
en un principio, se había considerado a los reputados T-Bone Burnett
o Don Was (éste se echó atrás a última hora para colaborar con
los Stones en el desangelado “Bridges to Babylon”) como posibles
productores del álbum, el elegido finalmente fue Wally Gagel (Folk
Implosion, Sebadoh…), que desde el primer momento vio clara la
necesidad de capturar el sonido estridente y crudo de la banda en
directo y trasladarlo con la mayor fidelidad posible al estudio. El
álbum, una perfecta mezcla de country y rock, con retazos de punk y
garaje, o como algún crítico definió acertadamente, como “la
perfecta fusión entre la Carter Family y The Clash”, trataba la
temática habitual de los grupos que se pasan media vida girando
(soledad, relaciones problemáticas, mujeres fatales, bares, viajes,
carreteras, etc). El
álbum se iniciaba con la adrenalítica y explosiva “Time bomb”,
toda una declaración de intenciones, seguida de la sarcástica
“Barrier reef”, algo así como si “Rancid se pasasen al
country”. Del mismo estilo es “W. Tx. Teardrops”, con un
precioso banjo y la voz nasal de Murry Hammond. “Broadway” era un
corte épico de tono melancólico que trataba la historia de un chico
aterrado en medio de Manhattan, mientras que “Salome”, una oscura
y hermosa composición de Rhett Miller, de carácter pop y con un
estribillo pegadizo, contaba con la pedal-steel de Jon Rauhouse.
“Melt show” recuperaba el ritmo rápido y furioso del comienzo,
con unas guitarras abrasivas, en tanto que “Streets of where I’m
from”, era un tema evocador y amargo, que reflexionaba sobre la
edad.
A
continuación, “Big Brown eyes”, una pieza de sabor country
recuperada de su segundo trabajo “Wreck your life”, pero
regrabada y mejorada para la ocasión, a la que sigue “Just like
California”, una canción que rememoraba los mejores momentos del
llamado nuevo rock americano de principios de los ochenta. El disco
continuaba con la sutil e insinuante armonía de “Curtain calls”,
la honky-tonk “Niteclub” y la rítmica “House that I used to
be”, sobre relaciones que se tuercen. El álbum concluía con la
rockera “Four leaf clover”, un tema de su debut regrabado
también, con la participación de la vocalista de la banda angelina
X, Exene Cervenka; un final enérgico para un álbum ciertamente
memorable. Aunque
está considerado por la mayoría de los fans como el trabajo más
emblemático de toda su discografía y un pequeño clásico de la
escena alt-country, obtuvo unas ventas más bien modestas, a pesar de
captar a la banda en el punto más álgido de su carrera y contener
una serie de hits incontestables, que les debería haber reportado
mejores resultados. Desgraciadamente, unos años después se
convertirían en uno de los grupos sacrificados por la discográfica,
después de la fusión de Time Warner y American Online, y el fugaz
movimiento que abanderaban, si bien nos dejó auténticas obras
maestras, no llegó a captar la atención del gran público, salvo
casos puntuales (Wilco o Ryan Adams). Pasado
el fulgor del disco, Old 97’s han seguido editando discos de forma
regular, entre los que destacan Fight songs (1999), Satellite rides
(2001), Drag it up (2004), Blame it on the gravity (2008), Most
Messed Up (2014), Graveyard whistling (2017) o los directos “The
Grand Theatre, Volume One & Two” (2010, 2011). Incluso
su líder, Rhett Miller inició una fructífera carrera en solitario
que comprende álbumes como “The instigator” (2002), “The
Believer” (2006) (quizás su mayor logro comercial), “Rhett
Miller” (2009), “The dreamer” (2012), ‘The traveller’
(2015) o el más reciente ‘The messenger’ (2018).
Pero
es en el 2012, coincidiendo con el decimoquinto aniversario de su
mayor hito discográfico, cuando su agente de prensa les sugiere la
celebración de la publicación de dicho álbum con una flamante
reedición, para lo que contarán con la estimable colaboración de
Tom DiSavia, de Elektra Records. El resultado es “Too far to care
(15th Anniversary
Edition”), un doble álbum remasterizado editado por Omnivore
Recordings (también disponible en vinilo por separado), en cuyo
primer cd se incluía el disco original al que se le agregaron cuatro
temas adicionales de querencia country: “Northern line”, una
versión del grupo Opal, que ya había aparecido en su EP “Nothing
attract to you” (1997), “Beer cans”, un delicioso tema
compuesto por Philip Edward Bennison, que trata sobre un loco hombre
orquesta de Dallas, “No doubt about it”, una alegre canción de
Stanley Johnson, y la joya del lote, “Holy cross”, uno de los
mejores temas compuestos por Old 97’s, que, incomprensiblemente,
quedó fuera del álbum. El
segundo cd, titulado apropiadamente “They made a monster: The Too
far to care demos”, y producido por Tom DiSavia y Cheryl Pawelski,
estaba compuesto por maquetas en versiones acústicas, tanto de temas
incluidos en el álbum oficial como por otros que se quedaron fuera.
Esas tomas de sonido tan desnudo son reveladoras de la calidad
intrínseca de las composiciones, con la voz fatigada de Rhett Miller
y un tono decididamente más country que las versiones originales
(“Broadway”, “Barrier reef”, “W. Tx. Teardrops” o
“Niteclub”).
Entre los temas inéditos destacaban “Daybed”,
una triste historia sobre un hombre con tendencias autodestructivas,
y de temática similar es “When I crash”, mientras que “Sound
of running” contaba, a través de una melodía sencilla pero
efectiva, una historia sobre trenes.
Aprovechando
la reedición, los Old 97’s se embarcaron en una gira que les llevó
a recorrer la geografía americana, dividiendo los conciertos en dos
partes, la primera dedicada a tocar íntegramente “Too far to
care”, y la segunda, haciendo un resumen de su carrera. En
la actualidad, Old 97’s se mantienen en un cómodo segundo plano de
la escena yanqui, al margen de modas, respaldados por un robusto
repertorio que sigue conservando toda su frescura y una pequeña pero
sólida base de fans.
Artículo escrito por LITTLE BASTARD
(video:WFUV Public Radio)
(video:WFUV Public Radio)
Me gusta percibir la influencia de los Clash en otras bandas. Acá además hay otros sonidos que confluyen. Voy a buscar más de estos muchachos, no los conozco
ResponderEliminarAbrazos!
Pues a por ellos
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