Desde lo alto de la colina observaba su nuevo hogar, una ciudad que necesitaba una mano firme para poner orden en aquel antaño rincón glorioso de la nación. Sentado en el capó de su coche, un Mustang del 67 negro, con unas turbinas a cada lado del portaequipajes, lustraba sus conocidas “Gemelas de oro”. Dos Colt de 1890, las cuales contaban con dos microcámaras que daban la distancia justa del adversario, siempre que estuviera en un radio de cuatrocientos cincuenta metros.
El suave aire levantaba una pequeña nube de polvo seco a su alrededor. Sobre su cabeza un sol de justicia era repelido por un sombrero de ala ancha color marrón. Llegaba la hora de ponerse en camino hacia su destino, uno que le llevaría sin duda hasta los límites de su propia persona.
De la guantera saca unas gafas de sol, enciende el vehículo y programa el ordenador de abordo. Calor atmosférico 27 grados, viento 22, humedad 70%, distancia hasta “Dragontown” 4 kilómetros, población 12.000 habitantes, razas étnicas 4 (afroamericanos, indios nativos americanos, caucasianos y asiáticos). Mete las coordenadas evitando posibles minas de la segunda guerra mundial aún activas cerca de la ciudad. Aprieta el acelerador y las ruedas se ponen a girar como alma que lleva el diablo. La estela de polvo que va dejando detrás es vista por los centinelas que custodian la puerta central.
Un muro de piedra rodea y mantiene a salvo de otros lugares hostiles. Una vez en la puerta de entrada, una cámara de seguridad se coloca al lado de la ventanilla mientras el escáner hace su trabajo. Un segundo después la gran puerta cruje mientras se abre. “Dragontown” se muestra majestuosa ante sus ojos, artistas feriantes pululando por todos lados, gente vestida con fracs y sombreros de copas, damas con vestimenta punk ondeaban sus crestas de colores al viento. Pequeños zepelines surcaban el cielo a treinta metros de altura controlando los movimientos de los lugareños.
Aprieta el acelerador hasta la comisaría, se baja del coche y se presenta ante el agente en información, Trent Kazinski, coge el periódico que estaba en el mostrador, donde se puede leer “Hoy llega el nuevo Sheriff para limpiar esta ciudad”. Estamos a 7 de Marzo de 2115. Un nuevo día amanece.
Te has metido de lleno en ese mundo y te ha salido un buen relato.
ResponderEliminarImagino que el comisario es él ...
Un abrazo y feliz semana.
Me ha encantado, así, como un western del siglo que viene, con coches un poco más alocados y sofisticados, pero con los mismos problemas, ciudades cerradas y un nuevo policía en la ciudad.
ResponderEliminarUn abrazo
Me ha encantado tu historia. Un sheriff con reminiscencias antiguas en un postfuturo. Al atmósfera,sus semblante. Vamos, que solo fatlaba decir que su nombre era Gaby Liante, porque lo has descrito de tal manera que creo que, tras esos cristales, estaba tu mirada.
ResponderEliminarUn placer que lo hayas llevado de este modo: Ágil, entretenido, y muy visible, identificable.
Muchísimas gracias, Gaby.
Nos vamos leyendo. Muchos besos.
Has descrito la escena de una forma muy gráfica y clara.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho.
Un abrazo, Victor
Ese es el sheriff que necesitamos.
ResponderEliminarTe has lucido, relato corto dinámico y sobre todo muy ilustrativo.
Solo que me sacudo el polvo antes de irme jajaj
Un abrazo!
Un relato bien acorde a la temática que nos propone Mag, en donde pasado presente y futuro conviven bajo la óptica fantástica. La imagen que acompaña lo grafica muy bien. Un abrazo
ResponderEliminarque maravilla de dscripcion de ambiente. un comic de 20 viñetas , SIN BOCADILLOS. pura imagen secuencial.no se si has hecho mencion expresa de todos los detalles que imagina, pero da igual
ResponderEliminarmagnifico, victor
saludosss
Toda estética, una mezcla de western y ciencia ficción.
ResponderEliminarSaludos.
Una pregunta, ¿este relato va a tener continuación?
ResponderEliminarParece que nuestras ciudadesa se parecen cada vez más a Dragontown y sus avatarea. SIn embargo, la aventura que escribiste rebasa esos límites. Muy interesante relato.
ResponderEliminarABrazo
Me encantaría poder pasear por Dragontown tal como nos la has presentado.
ResponderEliminar¡Besos juevero, Víctor!
Tengo pendiente bastante contenido, me voy poniendo al día poco a poco, pero quería comentar lo que me gusta esta iniciativa de textos cortos tan atmosféricos como este.
ResponderEliminarSaludos.