Probablemente,
la mayor parte de los que leáis este artículo y rondéis los
cuarenta y muchos (como un servidor) habréis entrado en contacto con
la música de Victoria Williams de modo indirecto, quizás a través
del programa “De 4 a 3” que Paco Pérez Brian tenía en Radio 3 a
principios de los noventa y casi con toda seguridad, a través de la
sobrecogedora versión que Pearl Jam interpretó de su tema más
conocido, “Crazy Mary”. Hasta
ese momento, Victoria era una semidesconocida cantautora nacida en
Shreveport (Lousiana) en 1958, cuya carrera había comenzado en 1986
junto a su marido por aquel entonces, Peter Case, y que había
grabado dos interesantes discos, ‘Happy come home’ (1987) y
‘Swing the statue’ (1990) repletos de buenas canciones que
hablaban de temas cotidianos, del Sur, de la naturaleza y de la vida
en general. Pero
en 1992, ejerciendo de telonera de Neil Young, empieza a sufrir una
especie de hormigueo en las manos que acabará desembocando en una
enfermedad degenerativa sin cura: La esclerosis múltiple. Como
muchos músicos americanos que viven al día, y sin seguro médico
que cubra el costoso tratamiento, su manager pone en marcha un álbum
benéfico llamado “Sweet Relief: A benefit for Victoria Williams”
donde artistas del prestigio de Lucinda Williams, Lou Reed, Soul
Asylum, Pearl Jam, Matthew Sweet, The Jayhawks, Maria McKee, The
Waterboys, Giant Sand, Buffalo Tom o Michelle Shocked versionan temas
de los dos discos mencionados. Paralelamente al disco se crea la
Sweet Relief Musicians Foundation, una organización cuyo objetivo
será ayudar a músicos profesionales que necesiten atención médica.
Propiciado por la organización, un segundo volumen de versiones, en
este caso del malogrado Vic Chesnutt, y denominado “Sweet Relief
II: Gravity of the situation”, contaría con las colaboraciones de
REM, Madonna, The Smashing Pumpkins, Garbage, Live y la propia
Victoria Williams.
Ese
disco benéfico es el que realmente la sitúa en el mapa musical y
nos avisa de su indiscutible talento. La característica más
destacada de Victoria es su voz aniñada, que oscila entre la caricia
y el graznido, la suavidad y la estridencia. Una voz que amas u
odias; no hay término medio. Y su música, una personal amalgama de
pop, country, folk, blues, jazz, rock y gospel. Fuera
ya de Geffen, donde graba sus dos primeros discos, ficha por Mammoth
Records, sello en el que publicará probablemente el mejor disco de
su carrera, su obra cumbre, y uno de los discos más bellos y
conmovedores de los noventa: “Loose”. Siguiendo con la tónica
del álbum-homenaje y gracias a su dulce carácter, que le ha
permitido granjearse valiosas amistades, consigue que participen en
su nuevo trabajo invitados de relumbrón tales como Van Dyke Parks,
Mike Mills y Peter Buck (REM), Gary Louris y Mark Olson (Jayhawks),
el prestigioso Greg Leisz o Dave Pirner (Soul Asylum). El disco se
mueve con naturalidad entre diversos estilos y la voz de Victoria
Williams se adapta a todos ellos, de un modo sorprendentemente
coherente.
El
disco comienza con un tema pop de ensueño como “Century plant”
para, a continuación, enlazar con la bluesy “You’re loved”,
primorosamente adornada por la sección de vientos de los Tower of
Power. La jazzística “Harry went to heaven” da paso a uno de los
himnos de los fructíferos noventa, y, con toda seguridad, su mejor
canción, “Crazy Mary”, que trata la historia de una mujer sin
hogar destrozada por el alcohol vista desde los ojos de un niño, con
una sección de cuerda que acentúa el dramatismo del tema. “When
we sing together”, a dúo con Mark Olson, podría pertenecer
perfectamente a uno de los discos en solitario del co-líder de los
Jayhawks. Un tema con cierto aire retro, “Polish those shoes”,
que trata sobre los recuerdos de la infancia, da paso a otro de los
momentos álgidos del álbum, la deslumbrante y optimista “Love”. La
cuota de versiones en este trabajo viene dada por la adaptación del
conocido standard “What a wonderful world” y, sobre todo, por una
escalofriante “Nature’s way”, el clásico de Spirit, a dúo con
Dave Pirner, que repetirá en la íntima y sosegada “My Ally”.
Entre medias nos encontramos con la frágil y cristalina “Waterfall”,
la juguetona “Sunshine Country” y la extraña “Happy to have
known pappy” con aires de ragtime. La recta final del disco es para
la psicodélica “Hitchhiker’s smile”, la emotiva y con cierto
sabor soul, “Get away” y la relajada y reconfortante “Psalms”
(compuesta, curiosamente, por Don Heffington, batería de Jayhawks en
su magistral “Tomorrow the green grass”).
A
partir de ese álbum, Victoria, a pesar de las evidentes limitaciones
que conlleva su enfermedad, disfrutará de unos años fructíferos
donde compatibiliza sus álbumes en solitario con la participación
en los discos de su marido, Mark Olson & the Creekdippers. Así,
en 1995, publicará el único álbum en directo de su discografía,
“This moment in Toronto”, que refleja con fidelidad la gira de
presentación de “Loose”. En 1997, le tocará el turno al oscuro
“Musings from a creekdipper” y en el 2000, al delicioso “Water
to drink”, que alterna composiciones propias con algunos standars
de jazz. Si la idea de hacer un álbum de versiones sobrevolaba en
este trabajo mencionado, es con “Sings some ol’ songs” (2002)
donde lo lleva a cabo de forma definitiva, interpretando con mucho
estilo y dándole su toque personal a clásicos como ‘Moon river’,
‘My funny valentine’, ‘Over the rainbow’ o ‘As time goes
by’. Como guinda a un momento particular dulce de la cantautora, en
2003 tuvimos la fortuna de ver a Victoria junto a su marido en una
maravillosa gira que pasó por la península, donde presentaban
‘December’s child’ de los Creekdippers. Y
desde su álbum de versiones, pocas noticias hemos tenido de ella, o
cuanto menos positivas. A finales del 2009 la tuvimos de gira
acústica por España con Simone White ejerciendo de telonera y ¡ay!
de ocasional enfermera. Y es que durante ese tour demostró un más
que evidente deterioro en el desarrollo de su enfermedad que le
limita ostensiblemente a la hora de cantar (su voz es pura
estridencia) o tocar su preciado banjo. Rodeada de ventiladores y con
una toalla húmeda permanentemente alrededor del cuello, Victoria
dio, en mi presencia, un concierto terriblemente inconsistente. Me
dolió mucho verla en ese estado y, sobre todo, no me puedo olvidar
de su imagen dirigiéndose escaleras abajo al camerino, apoyada en
Simone White y caminando con muchas dificultades. Supongo que ella
misma debió darse cuenta que el tiempo de hacer giras había llegado
a su fin. Corrió
el rumor ese mismo año que estaba grabando un nuevo disco bajo la
producción de Isobel Campbell (ex-vocalista de Belle &
Sebastian), pero la realidad es que eso nunca sucedió y lo peor es
que, desgraciadamente, en estos años su estado tiene que haber
empeorado todavía más. De hecho, su web apenas ha generado noticias
desde el 2009: una portada para una revista médica, una
participación en un estudio de grabación en el 2012 y una actuación
en directo un año después. Mala señal que alguien que publicaba
álbumes regularmente no lo haga desde 2002. Y
la verdad, es una pena porque este calamitoso mundo actual en el que
vivimos necesita de discos vitalistas como los que grababa no hace
mucho Victoria Williams.
Artículo escrito por LITTLE BASTARD
la verdad que nunca la escuché ni de nombre y eso que viví los 80's a pleno ja...
ResponderEliminaren fin, vamos a ver como era su música entonces...
El mundo está lleno de cosas por descubrir.
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