23 de octubre de 2019

VICTORIA WILLIAMS: LA VOZ QUE SE APAGA

Probablemente, la mayor parte de los que leáis este artículo y rondéis los cuarenta y muchos (como un servidor) habréis entrado en contacto con la música de Victoria Williams de modo indirecto, quizás a través del programa “De 4 a 3” que Paco Pérez Brian tenía en Radio 3 a principios de los noventa y casi con toda seguridad, a través de la sobrecogedora versión que Pearl Jam interpretó de su tema más conocido, “Crazy Mary”. Hasta ese momento, Victoria era una semidesconocida cantautora nacida en Shreveport (Lousiana) en 1958, cuya carrera había comenzado en 1986 junto a su marido por aquel entonces, Peter Case, y que había grabado dos interesantes discos, ‘Happy come home’ (1987) y ‘Swing the statue’ (1990) repletos de buenas canciones que hablaban de temas cotidianos, del Sur, de la naturaleza y de la vida en general. Pero en 1992, ejerciendo de telonera de Neil Young, empieza a sufrir una especie de hormigueo en las manos que acabará desembocando en una enfermedad degenerativa sin cura: La esclerosis múltiple. Como muchos músicos americanos que viven al día, y sin seguro médico que cubra el costoso tratamiento, su manager pone en marcha un álbum benéfico llamado “Sweet Relief: A benefit for Victoria Williams” donde artistas del prestigio de Lucinda Williams, Lou Reed, Soul Asylum, Pearl Jam, Matthew Sweet, The Jayhawks, Maria McKee, The Waterboys, Giant Sand, Buffalo Tom o Michelle Shocked versionan temas de los dos discos mencionados. Paralelamente al disco se crea la Sweet Relief Musicians Foundation, una organización cuyo objetivo será ayudar a músicos profesionales que necesiten atención médica. Propiciado por la organización, un segundo volumen de versiones, en este caso del malogrado Vic Chesnutt, y denominado “Sweet Relief II: Gravity of the situation”, contaría con las colaboraciones de REM, Madonna, The Smashing Pumpkins, Garbage, Live y la propia Victoria Williams.
Ese disco benéfico es el que realmente la sitúa en el mapa musical y nos avisa de su indiscutible talento. La característica más destacada de Victoria es su voz aniñada, que oscila entre la caricia y el graznido, la suavidad y la estridencia. Una voz que amas u odias; no hay término medio. Y su música, una personal amalgama de pop, country, folk, blues, jazz, rock y gospel. Fuera ya de Geffen, donde graba sus dos primeros discos, ficha por Mammoth Records, sello en el que publicará probablemente el mejor disco de su carrera, su obra cumbre, y uno de los discos más bellos y conmovedores de los noventa: “Loose”. Siguiendo con la tónica del álbum-homenaje y gracias a su dulce carácter, que le ha permitido granjearse valiosas amistades, consigue que participen en su nuevo trabajo invitados de relumbrón tales como Van Dyke Parks, Mike Mills y Peter Buck (REM), Gary Louris y Mark Olson (Jayhawks), el prestigioso Greg Leisz o Dave Pirner (Soul Asylum). El disco se mueve con naturalidad entre diversos estilos y la voz de Victoria Williams se adapta a todos ellos, de un modo sorprendentemente coherente. 
El disco comienza con un tema pop de ensueño como “Century plant” para, a continuación, enlazar con la bluesy “You’re loved”, primorosamente adornada por la sección de vientos de los Tower of Power. La jazzística “Harry went to heaven” da paso a uno de los himnos de los fructíferos noventa, y, con toda seguridad, su mejor canción, “Crazy Mary”, que trata la historia de una mujer sin hogar destrozada por el alcohol vista desde los ojos de un niño, con una sección de cuerda que acentúa el dramatismo del tema. “When we sing together”, a dúo con Mark Olson, podría pertenecer perfectamente a uno de los discos en solitario del co-líder de los Jayhawks. Un tema con cierto aire retro, “Polish those shoes”, que trata sobre los recuerdos de la infancia, da paso a otro de los momentos álgidos del álbum, la deslumbrante y optimista “Love”.  La cuota de versiones en este trabajo viene dada por la adaptación del conocido standard “What a wonderful world” y, sobre todo, por una escalofriante “Nature’s way”, el clásico de Spirit, a dúo con Dave Pirner, que repetirá en la íntima y sosegada “My Ally”. Entre medias nos encontramos con la frágil y cristalina “Waterfall”, la juguetona “Sunshine Country” y la extraña “Happy to have known pappy” con aires de ragtime. La recta final del disco es para la psicodélica “Hitchhiker’s smile”, la emotiva y con cierto sabor soul, “Get away” y la relajada y reconfortante “Psalms” (compuesta, curiosamente, por Don Heffington, batería de Jayhawks en su magistral “Tomorrow the green grass”).


A partir de ese álbum, Victoria, a pesar de las evidentes limitaciones que conlleva su enfermedad, disfrutará de unos años fructíferos donde compatibiliza sus álbumes en solitario con la participación en los discos de su marido, Mark Olson & the Creekdippers. Así, en 1995, publicará el único álbum en directo de su discografía, “This moment in Toronto”, que refleja con fidelidad la gira de presentación de “Loose”. En 1997, le tocará el turno al oscuro “Musings from a creekdipper” y en el 2000, al delicioso “Water to drink”, que alterna composiciones propias con algunos standars de jazz. Si la idea de hacer un álbum de versiones sobrevolaba en este trabajo mencionado, es con “Sings some ol’ songs” (2002) donde lo lleva a cabo de forma definitiva, interpretando con mucho estilo y dándole su toque personal a clásicos como ‘Moon river’, ‘My funny valentine’, ‘Over the rainbow’ o ‘As time goes by’. Como guinda a un momento particular dulce de la cantautora, en 2003 tuvimos la fortuna de ver a Victoria junto a su marido en una maravillosa gira que pasó por la península, donde presentaban ‘December’s child’ de los Creekdippers. Y desde su álbum de versiones, pocas noticias hemos tenido de ella, o cuanto menos positivas. A finales del 2009 la tuvimos de gira acústica por España con Simone White ejerciendo de telonera y ¡ay! de ocasional enfermera. Y es que durante ese tour demostró un más que evidente deterioro en el desarrollo de su enfermedad que le limita ostensiblemente a la hora de cantar (su voz es pura estridencia) o tocar su preciado banjo. Rodeada de ventiladores y con una toalla húmeda permanentemente alrededor del cuello, Victoria dio, en mi presencia, un concierto terriblemente inconsistente. Me dolió mucho verla en ese estado y, sobre todo, no me puedo olvidar de su imagen dirigiéndose escaleras abajo al camerino, apoyada en Simone White y caminando con muchas dificultades. Supongo que ella misma debió darse cuenta que el tiempo de hacer giras había llegado a su fin.  Corrió el rumor ese mismo año que estaba grabando un nuevo disco bajo la producción de Isobel Campbell (ex-vocalista de Belle & Sebastian), pero la realidad es que eso nunca sucedió y lo peor es que, desgraciadamente, en estos años su estado tiene que haber empeorado todavía más. De hecho, su web apenas ha generado noticias desde el 2009: una portada para una revista médica, una participación en un estudio de grabación en el 2012 y una actuación en directo un año después. Mala señal que alguien que publicaba álbumes regularmente no lo haga desde 2002. Y la verdad, es una pena porque este calamitoso mundo actual en el que vivimos necesita de discos vitalistas como los que grababa no hace mucho Victoria Williams.

Artículo escrito por LITTLE BASTARD

2 comentarios:

  1. la verdad que nunca la escuché ni de nombre y eso que viví los 80's a pleno ja...

    en fin, vamos a ver como era su música entonces...

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