Soy de los que piensan que la mejor época del género de comedia están en las décadas de los 30 y 40. No quita para que en las décadas siguientes nos las haya, pero creo que lo mejor ya había pasado. Este film que traigo hoy anclado en mitad de los 50 es ejemplo de ello. Esta cinta fue dirigida por Frank Tashlin, un director habitual de comedias, siendo el quién dirigió muchas pelis de Jerry Lewis. Aquí sin embargo entrega una comedia más sofisticada, pero metiendo el dedo en la llaga con situaciones y diálogos más incisivos. Como protagonistas tenemos a Tony Randall, un secundario de lujo en infinidad de comedias. Y a la voluptuosa (y mejor actriz de lo que suele decir) Jayne Mansfield. La trama gira en torno a un publicista, que está a punto de perder su trabajo. Aprovechando que una famosa actriz llega a su ciudad, intentará contar con ella para que promocione su nueva campaña. A partir de aquí las situaciones y malentendidos van en aumento. Una cosa a destacar es el inicio y el monólogo de su protagonista masculino. Mientras van apareciendo los créditos iniciales.
El guión es aprovechado por su director para criticar y poner sobre la mesa las maneras y costumbres americanas. Sobretodo en las relaciones amorosas y sexuales, junto a la televisión. En aquellos momentos un pasatiempo en auge. Los actores secundarios están espléndidos, ahí están la gran Betsy Drake, Joan Blondell o Henry Jones. Y hay un cameo de una leyenda ya en aquella época(verla si os ha picado la curiosidad jeje).
El film funciona en todos los sentidos. La química entre todos sus actores, el ritmo que le impone Frank Tashlin, el guión y los diálogos. La puesta en escena es maravillosa, donde el decorado y la fotografía se unen perfectamente. No estamos ante una obra brillante ni mucho menos. Pero son de esas comedias que sabes que están por encima de la media. Donde uno disfruta con cada situación y con el buen rollo que trasmite su visionado.
Puntuación general: 8/10
El guión es aprovechado por su director para criticar y poner sobre la mesa las maneras y costumbres americanas. Sobretodo en las relaciones amorosas y sexuales, junto a la televisión. En aquellos momentos un pasatiempo en auge. Los actores secundarios están espléndidos, ahí están la gran Betsy Drake, Joan Blondell o Henry Jones. Y hay un cameo de una leyenda ya en aquella época(verla si os ha picado la curiosidad jeje).
El film funciona en todos los sentidos. La química entre todos sus actores, el ritmo que le impone Frank Tashlin, el guión y los diálogos. La puesta en escena es maravillosa, donde el decorado y la fotografía se unen perfectamente. No estamos ante una obra brillante ni mucho menos. Pero son de esas comedias que sabes que están por encima de la media. Donde uno disfruta con cada situación y con el buen rollo que trasmite su visionado.
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