Relato desde convocatoria "juevera: CLICK

La convocatoria de esta semana viene de la mano de Myriam y su blog De amores y relaciones. El tema: Camino, sendero o ruta.

                                                              "Click"

Solo podía correr de forma atropellada y a trompicones, de su pierna izquierda sobresalía un trozo de fémur, mientras las sangre brotaba por la fractura tras la caída. La senda que recorría no era muy ancha, con árboles a ambos lados que se tocaban en sus copas haciendo que la luz del día apenas traspasara para alumbrar el camino. Verónica seguía corriendo girando su mirada hacia atrás cada pocos segundos. Su corazón latía al ritmo de una jauría de lobos hambrientos cuando se lanzan en manada al ataque. La cabaña ya quedaba muy lejos, había desaparecido de su vista, igual que aquel fin de semana prometedor junto al chico que había conocido por el chat. Su pantalón vaquero tenía manchones de sangre, rotos en casi todas partes y olor a desesperación. Con la angustia obstruyéndole su respiración, aquel camino parecía no tener luz al otro lado. Una vez más vuelve a tropezar hincando las rodillas ya ensangrentadas contra el empedrado y húmedo suelo. Unos metros más delante consigue ver lo que parece una hilera de casas ya fuera de aquel interminable sendero. Como impulsada por mil caballos salvajes, Verónica arrastraba su deteriorada pierna izquierda casi al mismo ritmo que la derecha. Pocos metros ya la separaban de la civilización, esa de la que muchas veces intentamos huir, era ahora su botella de oxígeno. Cruza por debajo del cartel que da la bienvenida al lugar, apenas visible por la vegetación. Nada más terminar de recorrer el camino toca en la primera puerta que se encuentra. Sus gritos y sollozos no obtenían respuesta, golpeaba la puerta bruscamente, al no conseguir respuesta hizo lo propio en la siguiente, obteniendo el mismo resultado. A continuación una cafetería se plantaba ante ella, entra con un halo de esperanza esperando encontrar el consuelo a su llamada de auxilio. A su alrededor lo que en un principio parecía gente, no eran más que simples maniquís colocados como en una película de serie b, de ahí la nula respuesta que aquel lugar le ofrecía. Sobre la barra un pequeño taco de folletos revelaba su paradero: “La cacería humana, Bienvenidos a ciudad muerta". Fuera hombres armados cercaban la cafetería  para entretenerse con aquella pobre muchacha.