En
el apartado de proyectos efímeros y maravillosos que no llegaron a
ninguna parte, hoy recuperamos
el fascinante debut de James Levy and the Blood Red Rose, “Pray to
be free” (2012).
El
tal Levy no era precisamente un recién llegado a este mundillo.
Nacido en Vermont, trabajó durante un tiempo en un cementerio judío,
hasta que decidió trasladarse a New York para dedicarse a la música,
a través de la cual se ha codeado con gente como los Strokes,
Regina Spektor… liderando a su propio grupo, LEVY. Pero el
verdadero y ambicioso objetivo de James era crear un gran disco de
pop a dúo, al estilo de los que en los sesenta hicieron famosas
parejas artísticas como Lee Hazlewood/Nancy Sinatra, Serge
Gainsbourg/Jane Birkin, o más reciente en el tiempo, Nick Cave/Kylie
Minogue y Mark Lanegan/Isobel Campbell, y a buena fe que lo consiguió. Pero no adelantemos acontecimientos. El caso es que,
componiendo para el dúo folk The Pierces, descubrió en la voz de
una de las hermanas, Allison, el contrapunto perfecto para la suya.
Así que la convenció para recrear este tipo de canciones,
consiguiendo un perfecto enlazado de sus voces, la dulce de Allison y
la grave de barítono de James. Además,
Allison tuvo un papel primordial en la elaboración del álbum, ya
que le presentó a Levy a Guy Berryman, bajista de los insípidos
Coldplay, que encantado con los temas que James y Allison habían
grabado en un sótano, se ofreció a producirles un disco.
Esencialmente,
nos encontramos ante uno de los trabajos más bellos de aquel año
(en dura pugna con el “Fear fun” de Father John Misty, si me
permiten la licencia) con una producción cuidada, clásica y añeja,
que lograba dotar del sonido adecuado a una colección romántica y
juguetona de composiciones pop y baladas aterciopeladas, pero que en
ningún momento caían en la copia barata o en un ejercicio de estilo
hueco, ni intentaba rememorar de modo aséptico tiempos pasados. Publicado
por el sello discográfico Heavenly Recordings (Edwyn Collins, The
Magic Numbers, Saint Etienne…), el álbum contenía una serie de
temas de sonido aparentemente inocente, al más puro estilo de las
grabaciones de la década de los cincuenta y sesenta, pero que
escondían una letras turbias donde se mezclaban sentimientos como el
amor, la muerte, la seducción, la oscuridad, la esperanza, las
relaciones prohibidas…todo ello rodeado de un hálito morboso y
decadente, donde a priori James ejercía de seductor experimentado
mientras que Allison encarnaba, supuestamente, de una forma candorosa
e inocente, a una versión actualizada del inolvidable personaje de
Gainsbourg, Melody Nelson.
Destacar
alguna canción del disco se antoja harto complicado porque la
mayoría son excelentes y conforman una especie de unidad. A lo largo
del trabajo nos encontramos con temas que van desde el pop elegante y
sofisticado, a la par que sombrío (“Sneak into my room”, “Give
me happiness”, “Keep my baby”, “Positively East Broadway”),
el inspirado country de “Cryin’ to the river”, “Cry myself
to sleep” (éstas dos con un absoluto protagonismo de Allison a la
voz) o “Hung to dry”, aires al Johnny Cash de los American
Recordings (“Holy water”), un tema con ritmo afrancesado, un más
que evidente homenaje a Gainsbourg (“Precious age of 13” cantada
curiosamente en hebreo) o composiciones tristes y desoladoras (“Pray
to be free”, “Bums in love”, “Cold cold ground”). Por
desgracia, y como adelantaba al principio, el proyecto no tuvo
continuidad pero James grabó el pasado año un trabajo en solitario
del que parece no haberse se ha enterado nadie, pero cuyo tema de
adelanto me ha dejado seriamente trastocado, de lo desolador y bello
que me ha parecido. Si el resto del material resulta del mismo nivel,
volveréis a tener noticias mías.
Artículo escrito por Little Bastard
la verdad que ni idea del artista pero si decís que es taaan bueno habrá que darle una oportunidad... saludos
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