Pertenecientes
a la flamante generación del NRA que aglutinaba diversas escenas e
influencias dispares en bandas que proyectaban una encendida reacción
frente al pop artificial y sintetizado imperante a comienzos de los
ochenta (Green On Red, Dream Syndicate, The Long Ryders, Violet
Femmes, REM, The Del Lords, etc.), hoy me apetece recuperar la
historia de una banda ninguneada por el paso del tiempo y condenados
a un injusto ostracismo, Guadalcanal Diary. El
germen de la misma hay que situarlo en un par de amigos, Murray
Attaway y Jeff Walls, colegas desde el instituto y que formaban parte
de una banda punk llamada Strictly American. Deciden formar otra con
el desafortunado y estrafalario nombre de Emergency Broadcast System.
Attaway compartía piso con una chica pizpireta y de aspecto algo
andrógino llamada Rhett Crowe, a quien enseña a tocar el bajo; ni
corta ni perezosa se une al proyecto y le sugiere un nombre más
adecuado, el definitivo Guadalcanal Diary, en homenaje al film de
guerra de 1943. Con la unión del poco experimentado John Poe a las
baquetas se cerraba la formación clásica.
Tras
llamar la atención gracias a los frecuentes shows en la escena de
Athens (Georgia), fichan en 1983 por el sello independiente DB
Records con quien publican un prometedor EP ‘Watusi Rodeo’. El
prestigioso músico y productor Don Dixon, que ya había realizado
una magnífica labor con el debut de sus paisanos REM en ‘Murmur’
un año antes, los acoge bajo su ala llevando a cabo la grabación
del que, a la postre, será el álbum definitivo de la banda:
‘Walking in the shadow of the big man’ (1984), un trabajo
fascinante, a ratos enigmático y con evidente gancho comercial que
se gana el apoyo de la crítica y que les hará sonar de forma
insistente en las radios universitarias americanas. Las
comparaciones con REM resultan inevitables y, a la larga, puede que
incluso les haya perjudicado en exceso. Pero es que son coetáneos,
comparten la misma escena y, posiblemente, las mismas influencias. Y,
para colmo, la voz de Attaway tiene un registro similar al de Michael
Stipe. Algunos de los temas de este álbum tendrían perfecta cabida
por sonido y calidad en cualquiera de sus primeros discos para IRS,
ya sea el citado ‘Murmur’, ‘Reckoning’ o ‘Fables of the
reconstruction’, lo cual no deja de ser un halago, dado el nivel
que gastaba ya en aquellos años la famosa banda de Athens.
En
‘Walkin’…’ destacan dentro de un estudiado eclecticismo desde
temas rockeros con coros insultantemente adictivos como ‘Trail of
tears’ o ’Fire from heaven’, baladas estremecedoras como
‘Sleeper awake’, instrumentales hipnóticos como ‘Gilber takes
the wheel’ o la que da título al álbum, pop épico y agridulce
como ‘Why do the heathen rage? o composiciones donde asoman
influencias country-punk de sus inicios como ‘Ghost on the road’
o ‘Watusi rodeo’. De algún modo sólo desentona ligeramente el
excéntrico ‘Kumbayah’ final.
Pecata
minuta para un disco extraordinario que les haría merecedores de su
fichaje por una major, Elektra Records, donde publicarán álbumes
todavía recomendables como ‘Jamboree’ (1985) o ‘2x4’ (1987),
dando por finalizada su primera etapa en 1989. Luego algún discreto
‘comeback’ sin nuevo material a finales de los noventa o en 2011.
Si en alguna ocasión os encontráis cualquiera de sus vinilos
pudriéndose en cubetas de segunda mano, no lo dudéis y adoptadlos.
Con toda seguridad os garantizarán toneladas de placer.
Artículo escrito por LITTLE BASTARD
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