Todavía
resulta doloroso pensar en ello pero han pasado ya la friolera de
siete años desde que un implacable cáncer nos arrebató a Nick
Curran,
un músico auténtico de los que lamentablemente escasean hoy en día.
Alguien que había dotado de renovadas energías a un género tan
manido como el rock and roll de los cincuenta. Y, sin embargo, cada
vez que escucho su áspera voz me resisto a creer que este tipo ya no
esté entre nosotros. Es más que probable que jamás se hubiese
convertido en una gran estrella pero para los que amamos la música,
este guitarrista se había transformado en toda una leyenda.
Y es
que Nick,
nacido en Maine (Portland) en 1977, sintió desde su adolescencia una
irrefrenable pasión por los discos de blues y rockabilly que poseía
su padre, un conocido guitarrista de la escena local. Con él empieza
a dar sus primeros pasos como guitarra solista en su banda, Mickey
Curran & The Tremors,
hasta que a los 19 años contacta con el vocalista rockabilly de los
cincuenta Ronnie
Dawson,
que le enseñará una valiosa lección: No quedarse encasillado en un
estilo concreto, y con el que girará durante una temporada.
Decidido
a echar raíces en Austin (Texas), su siguiente paso será unirse a
los Jaguars,
la banda de acompañamiento de la cantante pelirroja de rockabilly
Kim
Lenz,
girando incansablemente durante dos años y participando en dos de
sus álbumes: The
one and only
(1999) y el posterior It’s
all true
(2009), además de respaldar ocasionalmente al vocalista country
Wayne
Hancock. Estamos
en 1999. Nick
está ansioso por apartarse de la escena rockabilly, sumergirse de
lleno en el blues y componer material propio. Así el sello Texas
Jamboree
le da la oportunidad de publicar su anhelado debut en solitario,
“Fixin’
your head”
(2000), que marcará las directrices del resto de su discografía.
Curran
se caracteriza por utilizar equipos de grabación antiguos con el
objetivo de sonar como el rock and roll primitivo de los cincuenta,
impulsado por una poderosa garganta negra al estilo de Little
Richard
o Roy
Brown.
Pero en ningún momento suena revivalista, sino que logra infundir en
cada tema la vitalidad y la frescura de esa época dorada.
Junto
a su grupo los Nitelifes
irá
publicando en sucesivos años notables elepés: Nitelife
Boogie
(2001), Doctor
Velvet
(2003) o Player!
(2004), éstos dos últimos en el prestigioso sello de blues, Blind
Pig. Totalmente
asentado en la escena de Austin, es admirado por músicos veteranos
como Phil
Alvin,
Alejandro
Escovedo
o Jimmy
Vaughan.
Curiosamente, realizará una innecesaria parada en su meteórica
carrera (desde el 2004 al 2007) para cumplir un sueño y formar parte
del ex grupo de este último, The
Fabulous Thunderbirds
(una de sus máximas influencias siendo un crío) llegando a grabar
un álbum con ellos, Painted
on
(2005), así como participando activamente en otros proyectos:
Compone varios temas para la popular serie de TV “True
blood”
y forma parte de bandas efímeras como The
Attitudes,
los punk Degüello,
The
Flash Boys,
etc.
En
2008, decidido a retomar su proyecto en solitario forma una nueva
banda, los Lowlifes,
con los que grabará su último álbum, el definitivo Reform
School Girl
(2010). Pero poco antes Nick
recibe un mazazo: Se le diagnostica un cáncer de garganta. Por
supuesto, un tipo infatigable como Curran
no se rinde tan fácilmente y lucha con todas sus fuerzas (llega a
tatuarse incluso la frase “fuck cancer” en su muñeca). Por
desgracia, en 2011, cuando tiene programada una esperadísima gira
por nuestro país recae de su enfermedad. Se organizan conciertos
para recaudar fondos con los que sufragar los gastos de su
tratamiento. En el organizado en Austin, el propio Nick,
muy
debilitado, acude orgulloso en su Harley Davidson, mientras que en
Barcelona se celebra otro promovido por su amigo Mario
Cobo
de los Nu
Niles)
aunque, desafortunadamente, el cáncer ha avanzado de forma
inexorable. Nick
fallece el 6 de Octubre de 2012 a los 35 años.
En
fin, se nos fue demasiado pronto un músico irremplazable, en su
momento de máxima creatividad, y que, con toda seguridad, nos
hubiese proporcionado muchas más alegrías en el futuro. Pero por lo
menos debemos sentirnos afortunados de haber sido contemporáneos de
alguien con tanto talento. Siempre nos quedará la posibilidad de
pinchar alguno de sus maravillosos álbumes para mantener su legado
vivo.
Discografía:
Nick
Curran - Fixin’ your head (2000). Carta
de presentación inmejorable de Curran
y ¿qué nos encontramos en él? Pues el prometedor debut de un joven
de 23 años que podría pasar perfectamente por una grabación de
principios de los cincuenta de un músico veterano. Un álbum robusto
lleno de jump blues, swing y rockabilly, donde revolotea el espíritu
de colosos como Big
Joe
Turner,
Johnny
‘Guitar’ Watson
o Magic
Sam.
El guitarrista de Portland combina sabiamente composiciones propias
(‘Woman
and cadillacs’,
‘I
want to love you’
o ‘She’s
mine’)
con oscuros clásicos de gente como Roy
Brown
(‘Good
rockin’ man’)
o Roscoe
Gordon
(‘Just
Love Me Baby’). ingredientes
que su predecesor, derrochando frescura y clase y demostrando que no
tiene rival en su terreno. Adapta con exquisitez versiones de
leyendas como Lloyd
Price
(‘I’m
glad, glad’),
T-Bone
Walker
(‘Low
Down
Dirty Shame’)
o Willie
Dixon
(‘You
know my
love’)
aportando además una sólida colección de temas propios como ‘Close
to midnight’,
‘Juke
Box
Nick
Curran and the Nitelifes – Nitelife Boogie (2001). Sólo
un año después Nick
graba la continuación de ‘Fixin’
your head’,
básicamente con los mismos ingredientes que su predecesor,
derrochando frescura y clase y demostrando que no tiene rival en su
terreno. Adapta con exquisitez versiones de leyendas como Lloyd
Price
(‘I’m
glad, glad’),
T-Bone
Walker
(‘Low
Down
Dirty Shame’)
o Willie
Dixon
(‘You
know my
love’)
aportando además una sólida colección de temas propios como ‘Close
to midnight’,
‘Juke
Box Mama’
o la instrumental ‘Space
guitar’.
Nick
Curran and the Nitelifes – Doctor Velvet (2003).
Para
su tercer lanzamiento, Nick
ficha por el sello de blues, Blind
Pig,
y eso se deja notar en la orientación que predomina en todo el álbum
(recordando a leyendas como Albert
King,
Otis
Rush,
Freddie
King,
etc) y un sonido menos retro que en los anteriores. Por supuesto, el
guitarrista de Maine sigue creciendo compositivamente a pasos
agigantados; no hay más que escuchar temazos como ‘Drivin’
me crazy’, ‘She’s gone’ o
‘Beautiful girl’.
En
el apartado de las versiones destacan la adaptación de los Sonics,
‘Shot
Down’
que Nick
lleva a su terreno, el sorprendente toque vocal a lo Louis
Prima
de ‘Don’t
Be Angry’ o
la revisión del clásico de Hank
Williams,
‘Cold
Cold Heart’.
Nick
Curran and the Nitelifes – Player! (2004).
Su
segunda referencia para Blind
Pig
nos trae las constatación de que Nick es incapaz de grabar nada
mediocre. En la misma senda blues que el anterior, el fabuloso
guitarrista junta un puñado de excepcionales composiciones propias
como la arrolladora ‘Player’,
la
enternecedora ‘Come
back’ o
la desafiante ‘The
Stalker’.
Entre los temas ajenos destacan una sorprendente interpretación en
clave swing del clásico de los Stooges,
‘No
Fun’,
la caústica ‘Crazy
Mixed Up World’ de
Willie
Dixon
o una espídica ‘Heeby
Jeebies’
de Little
Richard,
con la que cierra de forma inmejorable el álbum. La antesala de algo
grande…
Nick
Curran and the Lowlifes – Reform School Girl (2010).
Y ese momento llegará seis años después, con una nueva banda y los
primeros síntomas del cáncer ya presentes. Ninguno de estos
factores lo desvía del camino y Nick
nos entrega una apabullante obra maestra y uno de los mejores álbumes
de los últimos años. Desde el intenso comienzo con una abrasiva
versión de Etta
James,
‘Tough
lover’,
hasta el irresistible final, con el clásico ‘Rocker’
de los AC/DC
como una declaración de intenciones, el malogrado guitarrista nos
aplasta con una sucesión de clásicos de su `puño y letra: ‘Reform
School Girl’
(evidente homenaje al ‘Be
my Baby’
de las Ronettes),
‘Kill
My Baby’,
‘Psycho’,
‘The
Lowlife’…
Da igual el tema que elijas porque el nivel es estratosférico y Nick
se deja la piel en cada uno de ellos. La historia del rock en apenas
cuarenta minutos.
Texto escrito por LITTLE BASTARD
no lo conozco pero que joven que era... y uno aunque pasen los años no se recupera de estas perdidas, sean del arte o no... saludos...
ResponderEliminarPues ya sabe, dele a sus discos y verá que grandes temas tiene
EliminarAquí un fanático y amigo personal. Tuve la suerte de conocerle y disfrutarle como persona. Para mí es la estrella del Rock más grande de los últimos 30 años y nadie sabe donde tenía el límite. Tengo todos esos discos firmados que citas y algunos pocos más y una grabación incompleta de la continuación de Reform School Girl. La mayoría son temas sin voz....desgraciadamente la perdió en el último tratamiento pero espero que Carole Ann las publique algún día.
ResponderEliminarBilly Horton está intentando publicar un disco de tributo con nombres muy gordos. Veremos.
Gracias por este precioso tributo. Algunos de esos discos valen una millonada pero no hay dinero en el mundo...
Un abrazo
Hola, Marc. No sabes la ilusión que me ha hecho que te guste el artículo. Yo también creo que Nick era un músico grandioso y carismático, un tipo que nos podía haber brindado horas de felicidad en forma de canciones. Pero un puto cáncer nos lo arrebató. Y como he comentado tengo una espina clavada porque estuve a punto de verlo en directo. Cuando supe que había recaído de su enfermedad, me imaginé que era el final, porque por desgracia siempre sucede igual. No sabía que había dejado grabaciones inéditas, aunque sin su desgarradora voz no van a desprender la misma magia. En todo caso, y aunque quizás nunca se hubiese convertido en una estrella, para mí siempre será uno de los grandes. Un saludo.
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