Estupefacto
me hallo todavía, al escuchar por enésima vez esta joya perdida en
el tiempo, editada en 1971 por el sello especializado en soul
sureño, Cotillion. De la insólita unión entre el guitarrista Ernie
Calabria y la cantante y pianista soul, Barbara Massey, surgió la
grabación de un disco donde confluyeron una diversidad de estilos
con naturalidad pasmosa.
Nuestros
dos protagonistas eran experimentados músicos de sesión. Calabria,
como guitarrista de Harry Belafonte en los años sesenta, de Nina
Simone o de Anita Carter (de la Carter Family), mientras que Massey,
como corista para artistas tan variados como Jimi Hendrix, Herbie
Hancock, Quincy Jones o Cat Stevens.
Su
colaboración dio lugar a un disco claramente adelantado a su tiempo;
un cruce de soul, funk, psicodelia, r&b, pop y folk, que
aparentemente desconcertó en la época en que fue publicado y que
rápidamente se evaporó sin dejar rastro. Pero es en la actualidad,
en la que estamos tan escasos de propuestas originales, cuando tanto
dj’s como coleccionistas ávidos de rarezas, han conseguido valorar
en su justa medida, lo que hizo esta parejita hace la friolera de
cuarenta años. Sorprende que discos de este calibre o el “Soul
Fever” de Marie “Queenie” Lyons, por citar otro ejemplo,
pasasen tan desapercibidos a principios de los setenta, quizás
debido a la efervescencia de la escena soul de aquel periodo.
Emparentado
quizás con las atrevidas producciones que Richard Evans y Charles
Stepney perpetraron para artistas de Cadet Records como Marlena Shaw
o Rotary Connection, lo que hace que este disco tenga un sonido tan
especial es que está interpretado íntegramente por músicos de jazz
curtidos en mil batallas como Joe Beck, Chuck Rainey, Ray Lucas, Bill
Salter, Sam Brown y sobre todo, el célebre Keith Jarrett, que deja
su impronta en el tema que cierra el disco, “Satisfied”, además
de las aportaciones al teclado y a la guitarra de Barbara y Ernie.
Como guinda del pastel, la producción corrió a cargo de Joel Dorn,
habitual productor de jazz y r&b para Atlantic Records (Roberta
Flack, Keith Jarrett, Mink Deville o The Neville Brothers, entre
otros, engordan su currículum) y la orquestación dirigida por el
prestigioso arreglista y también productor brasileño, Eumir
Deodato.
Entrando
en el terreno de las composiciones, el disco empieza de forma
inmejorable con la abrasadora y pasional “Play with fire”, dando
paso a continuación, al clásico de Jefferson Airplane, “Somebody
to love”, transformándolo en un tema completamente distinto, casi
irreconocible. Y el caso es que los de San Francisco no sólo están
presentes con el tema en cuestión, sino que dejan notar su
influencia en el ambiente psicodélico que impregna gran parte del
álbum. En cambio, “Prelude” podría pasar, sin ningún género
de dudas, por un clásico en el repertorio de Carly Simon, dada su
sensualidad. Otros temas, como “Do you know” o “ Listen to your
heart” (sampleada hace años por los Chemical Brothers) recuerdan
en el tratamiento pop de las voces a grupos como Free Design. En
cambio, “My love and I” tiene el sabor de la Laura Nyro más
accesible. El disco finaliza de forma plácida con “Satisfied”,
un tema funky con un ritmo sinuoso apuntalado por unos preciosos
coros góspel.
En
fin, es una pena que la aventura de estos dos músicos se redujese
únicamente a este trabajo. Supongo que ninguno era consciente, en
ese momento, de que estaban grabando el disco de sus vidas ni que,
como dice la contraportada del mismo, estaban creando una música
nueva, un nuevo sonido, un nuevo sentimiento.
Autor del texto: LITTLE BASTARD
(fotos:discogs.videos:shoooooshka)
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