Si alguien perseveró en convertirse en una 'rock star' en los años setenta, ese fue el carismático Jesse Héctor, el hombre de las estrambóticas patillas y la voz de vibrato.
Nacido en Londres en 1947, el tipo llevaba desde los sesenta, cuando todavía no era más que un renacuajo, tocando con denuedo en multitud de bandas; hasta que por fin la química cuajó junto a Alan Butler al bajo y Gary Anderson a la batería, formando en 1971 el trío The Hammersmith Gorillas (nombre tomado de un conocido grupo activista de aquella época), y más tarde recortado a The Gorillas a secas
.Conocidos por su arrollador directo en la escena londinense, tras publicar un puñado de singles (entre ellos una cruda versión del 'You really got me' de los Kinks), grabarán su único álbum, 'Message to the world' (1978), una combinación incendiaria de rock 50’s, glam, garage, high energy y protopunk.
Desde el comienzo, toda una declaración de intenciones con la incendiaria versión de Hendrix, ‘Foxy lady’, Hector y sus secuaces descargan una sucesión de himnos escupidos a base de chulería, desparpajo y considerable mala hostia: ‘I’m a liar’, ‘New York groover’, ‘Outa my brain’ o ‘I need her’ serían buenos ejemplos.
Pero no debemos olvidarnos también de la evidente conexión bolanita de ‘Going fishing’, el espíritu de Eddie Cochran que sobrevuela ‘Last train’ o ese pequeño clásico que todo el mundo debería haber retenido en la memoria, ‘Message to the world’, que bien podría haberse hecho un hueco en el repertorio del Bowie etapa ‘The man who sold the world’ o ‘Hunky Dory’.
Desgraciadamente el disco no funcionaría a nivel comercial, y aunque Héctor lo siguió intentando en numerosas ocasiones acabó regresando al injusto anonimato del que afortunadamente se le rescató por un instante a través de un documental en 2008, donde relataba sus peripecias en el mundo del rock desde su actual vida como limpiador en la Royal Geographical Society..
En 2013, el sello Damage Goods Records reeditaba de modo primoroso este imprescindible trabajo junto a tres suculentos bonus tracks (‘It’s my life’, ‘My son’s alive’ y ‘I’m seventeen). Razones más que suficientes para recuperar el indómito y primitivo sonido que perpetró Jesse Héctor en la escena rockera londinense de los setenta.
Pues me ha gustado este descubrimiento, en mi caso. Gracias por compartir
ResponderEliminarUn abrazo