22 de julio de 2020

CURTIS MAYFIELD "Sweet exorcist" & "Short eyes"


Como no toda en la vida tienen que ser obras maestras pluscuamperfectas, a veces se hace necesario reivindicar discos menores, trabajos que en su momento pasaron desapercibidos o fueron objeto de malas críticas pero que, pasado el tiempo, se ven desde otra perspectiva y han adquirido un valor intrínseco.

Y todo este circunloquio viene a cuento porque ayer finalicé la maravillosa biografía de Curtis Mayfield, ‘Alma vagabunda’, escrita por su hijo Todd con toda la rigurosidad y la distancia que permiten las circunstancias. Una leyenda musical, al que muestra con sus claroscuros, con sus virtudes y defectos, de alguien que, aparte de un extraordinario compositor, no dejaba de ser una persona cuando bajaba del escenario.


El caso es que mientras iba avanzando en sus apasionantes páginas y repasando su discografía, me he detenido particularmente en dos álbumes que no suelen suscitar demasiada atención.

En primer lugar, ‘Sweet exorcist’ (1974) que fue quizás su primer paso en falso. El principal problema que tenía el mítico soulman es que siempre fue extremadamente ambicioso, abarcando más de lo que podía una única persona: Productor, compositor (no sólo de sus propios discos, sino para multitud de artistas) y dueño de un sello discográfico, Curtom Records, que dirigía con mano férrea y consumía su tiempo; Mayfield llevaba muchos años a un ritmo desbocado e inasumible, ni siquiera para un genio como él y en esa época en concreto se encontró con que apenas tenía temas que mereciesen publicarse, así que decidió acudir a sus archivos. Ain’t got time’, el estimulante tema que abre el álbum ya había sido cedido a sus ex compañeros los Impressions, ‘To be invisible’ había sido interpretado por Gladys Knight & the Pips, ‘Suffer’ o ‘Power to the people’ eran ya de la época del magistral ‘Curtis’ (1970). Además, las composiciones más recientes demostraban cierto oportunismo en sus títulos: ‘Kung fu’ (que décadas más tarde conocería una aplastante versión por parte de The Dirtbombs), se debía de algún modo a las pelis de Bruce Lee o la conocidísima serie protagonizada por David Carradine o ‘Sweet exorcist' (influenciada por el film de William Friedkin ‘El exorcista’, todavía bastante candente). 


En resumen, ‘Sweet exorcist’ es un trabajo algo disperso e irregular, con temas que abarcan varios años en la carrera de Curtis, con una portada horrorosa que merecería pena de cárcel y que, aunque en su época recibiese comprensibles malas críticas, no es para nada despreciable y se disfruta razonablemente si uno no entra en comparaciones con su obra anterior. 

Más enjundia tiene, si cabe, su otro proyecto aquí comentado, la banda sonora de ‘Short eyes’ (1977), su quinta aportación hasta ese momento al mundo del cine. La carrera de Curtis empezaba a ir cuesta abajo en términos de éxito, aunque a pesar de ese serio contratiempo, no dejaban de acumularse los planes y seguía sin bajar el ritmo ni reflexionar demasiado sobre los pasos a seguir para encauzarlo.


Así que intentando repetir el ‘pelotazo’ que supuso ‘Superfly’ cinco años antes, se embarca en una película, para la que no dudará incluso en aportar capital e interpretar un pequeño papel como preso veterano, Pappy. En realidad, ‘Short eyes’ era un film sobre una cárcel a donde va a parar un tipo acusado de pederastia. El vibrante material aportado por el músico de Chicago es notable, sin variar demasiado las coordenadas estilísticas de su música; ya sabéis, esa cadencia rítmica tan característica, esa forma única de acariciar la guitarra y ese falsete tan personal. Y es que Curtis, que llevaba casi veinte años componiendo, ya no estaba a esas alturas para revolucionar su música). ‘Do Do Wap is strong in here’ es un tema dotado de un dinamismo irreprochable que por sí sólo ya justificaría el disco. En cambio, ‘Back against the wall’ es conmovedor en su certera descripción de la vida carcelaria. Y otras composiciones como ‘A heavy dude’, ‘Need someone to love’ o ‘A fool in love’ lo muestran particularmente inspirado. 

Por desgracia, la suerte estaba echada. El público no sintió ningún interés por una historia tan sórdida y prefirió películas con temáticas más escapistas del tipo ‘Fiebre de sábado noche’ o ‘La guerra de las galaxias’. Fue un sonoro batacazo que dejó el sello Curtom tiritando y prácticamente en bancarrota y aumentó la presión sobre Curtis, con una necesidad extrema por retornar a la senda del éxito, pero que marcó una tendencia negativa que prácticamente no cambiaría el resto de su carrera.


Tanto que, totalmente desubicado, se vería obligado poco tiempo después a ceder y grabar un infame álbum de música disco, el estilo que causaba furor en en la segunda mitad de los setenta pero que le resultaba completamente ajeno al legendario vocalista.


Y hasta aquí puedo comentar, que no quiero destripar su suculenta biografía más de la cuenta. Si queréis saber más sobre la fascinante vida de uno de los músicos más influyentes de la historia, haceos con el libro, robadlo si es preciso, pero no lo dejéis pasar. Es un consejo de amigo.



Artículo escrito por Little Bastard

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