13 de mayo de 2020

IT BITES: repaso a su trayectoria


Me imagino que ni el Tato se acordará a estas alturas de It Bites. Y, sinceramente, recuperar su música en pleno siglo XXI supone un ejercicio de singular nostalgia o de disfrutar de una especie de ‘guilty pleasure’, según se mire. Pero para los más ‘viejunos’ del lugar (entre los que me incluyo) fueron, junto a Marillion, la banda prog más importante de los ochenta aunque, por desgracia, no obtuvieron ni de lejos el éxito y reconocimiento de la banda escocesa. La formación inglesa se sustentaba sobre todo en la carismática presencia, singular voz e imaginativa guitarra de Francis Dunnery (a quien, a principios de los noventa, el mismísimo Robert Plant le echaría el guante para su grupo), sin menospreciar al resto de la formación: John Beck a los teclados, Dick Nolan al bajo y Bob Dalton a la batería, músicos que no eran mancos precisamente en el aspecto técnico, aunque siempre alejados de los excesos y virtuosismo estéril del rock sinfónico de los setenta. Su seductora combinación de pop y rock progresivo, sin ningún tipo de anclaje en el pasado y con indudable gancho comercial los hacía, a priori, atractivos para el gran público. Sin embargo, ese ansiado éxito nunca llegó a materializarse del todo, si exceptuamos el primerizo single ‘Calling all the heroes’, el cual sí escaló alto en las listas de Gran Bretaña. 
Tras dos fabulosos álbumes desbordantes de creatividad, ‘The big lad in the windmill’ (1986) y ‘Once around the world’ (1988), It Bites echó el resto con su tercer trabajo, ‘Eat me in St. Louis’ (1989). Para ello apostaron por un aparente clasicismo en la portada, encargando para el diseño del artwork al mismísimo Roger Dean (autor de las legendarias carátulas de Yes) y se pusieron en manos del todavía en boga por aquel entonces, el alemán Reinhold Mack (productor de alguno de los trabajos ochenteros de Queen, como ‘The game’ o del megabodrio ‘Hot space’). 
Grabado en los míticos estudios Musicland de Munich, también optaron por endurecer notablemente su sonido, dándole preponderancia a las guitarras en detrimento de los teclados y llevándolo a terrenos más afilados cercanos al hard rock y menos al progresivo. El álbum contaba con hits potenciales como ‘Underneath your pillow’, ’Sister Sarah’, ‘Still young to remember’ o ‘The ice melts into water’, aunando contundencia y comercialidad bien entendida y esas armonías vocales tan características en ellos. Cualquiera de esos temas podrían haberse hecho un hueco en la MTV; a fin de cuentas, los miembros de It Bites eran bastante guaperas y contaban con una imagen rockera y sofisticada, pero ni ese factor ayudó a popularizar su música. Fruto de la poca fe que su compañía discográfica tenía en el grupo es que ni siquiera se llegó a publicar en Estados Unidos pero, curiosamente, se reutilizó el título del álbum para un recopilatorio posterior de su trayectoria. ‘Eat me in St. Louis’ se convirtió en el epílogo de la formación original de It Bites. Dunnery abandonaría el barco al año siguiente tras desavenencias internas a la hora de enfocar un hipotético cuarto álbum y, aunque regresarían discográficamente veinte años después con un nuevo vocalista, el alma del grupo se había ido y con él, la magia de una banda que nunca llegó a encontrar realmente su espacio.

Artículo escrito por Little Bastard

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