Cuando
se habla de las bandas funk más importantes de los setenta se suele
citar, como norma general, a formaciones fundamentales como Sly
& The Family Stone,
Funkadelic/Parliament,
The
Meters,
Isley
Brothers,
etc, quedando en un segundo plano grupos como Mandrill,
probablemente por cierto desconocimiento, porque quizás no tengan
una obra maestra de referencia como los anteriores o por su
demostrada voracidad a la hora de absorber estilos (funk, soul,
psicodelia, rock, salsa, progresivo, blues, jazz, etc), que pueden
convertir su propuesta en algo indigesta, según ciertos paladares.
Fundada
en 1968 por los hermanos Wilson
(sí, amigos, existían otros hermanos Wilson,
pero éstos eran negros y no tenían fijación por el surf y la
playa): Carlos
Wilson
(trombón y voz), Lou
Wilson
(trompeta y voz) y Ric
Wilson
(saxo y voz), que aunque nacidos en Panamá (un dato fundamental a la
hora de determinar el influjo de la salsa o la música latina en su
música), emigran siendo críos a Estados Unidos, instalándose en el
área de Bedford-Stuyvesant (Brooklyn).
Tomando
el exótico nombre de una vistosa variedad de monos de África
Occidental, realizan sus primeros ensayos en la peluquería de mamá
Wilson,
entre lacas y secadores de pelo. Progresivamente se van incorporando
nuevos miembros: Claude
“Coffee” Cave
(teclista y voz), Omar
Mesa
(guitarra), Bundie
Cenas
(bajo) y Charlie
Pedro
(batería), hasta que finalmente consiguen un contrato con Polydor
Records,
donde publican un más que notable debut, “Mandrill”
(1970), en el que dan muestras de su ADN musical, ya que ningún
estilo se les resiste: Soul sinfónico (“Symphonic
revolution”),
influencias más que evidentes del mejor Santana
(“Rollin’
on”,
“Mandrill”),
e incluso hay espacio para una larga suite conceptual de catorce
minutos dividida en cinco movimientos, “Peace
and
love
(Ameni
Na Mapenzi)”,
que ríete tú de Emerson, Lake & Palmer.
Pero
es con su segundo trabajo “Mandrill
is”
(1972), y tras la entrada al bajo de Fudgie
Kae Salomon
en sustitución de Cenas,
donde la banda logra dar forma, bajo mi punto de vista, a su obra más
completa. Grabada, al igual que su debut, en los estudios Electric
Ladyland de
Hendrix
(New York) entre diciembre de 1971 y marzo de 1972, con su productor
de confianza, Alfred
V. Brown,
y con una más que sugerente y mística portada, reafirma todo lo
positivo logrado en su anterior disco, llevándolo un paso más allá
y ampliando su paleta de influencias: Trallazos funk (“Ape
is high”, “Git it all”),
salsa (“Cohelo”),
progresivo (“Children
of the sun”,
“Central
Park”),
influencias africanas (“Kofijahm”),
desvaríos cósmicos (“Universal
Rhythms”),
el omnipresente Santana
de nuevo (“Lord
of the golden baboon”),
hard-rock (“Here
today gone tomorrow”)
o soul (“I
refused to smile”,
“The
sun must go down”).
Si
bien con este segundo álbum consiguen sus primeros éxitos (los
mencionados “Ape
is high”
y “Git
it
all”),
será con su siguiente disco, “Composite
truth”
(1973), la entrada de un nuevo batería (Neftali
Santiago)
y sus correspondientes singles, el funky “Fencewalk”
y el pegadizo ritmo latino de “Hang
loose”,
con el que alcanzarán una mayor repercusión entre el público. Del
resto de cortes destacan la salsera “Hágalo”,
el atmosférico instrumental latin-soul “Morocco
nights”
y la hipnótica “Don’t
mess with people”.
En
ese prolífico año entregan
a Polydor
otro recomendable trabajo, “Just
outside of town”
(1973), entre los que sobresalen “Mango
meat”
y “Fat
city strut”
(otros dos buenos ejemplos de la perfecta fusión entre funky y
música latina) y la sensual balada “Love
song”.
El
siguiente paso será
“Mandrilland”
(1974), un doble álbum muy ambicioso donde todavía mantienen el
tipo compositivo, con cortes marca de la casa como “Positive
thing”,
“Road
to love”,
“House of wood”
o “Folks
on the hill”,
aunque sin aportar nada especialmente novedoso.
Es,
a partir de su marcha a United
Artist Records,
cuando su estrella empieza a declinar, debido principalmente a la
inevitable repetición de esquemas, la creciente falta de inspiración
y el celo de los hermanos Wilson por preservar el control de la
banda, que provoca la constante entrada y salida de nuevos miembros.
De todos modos, para dicho sello publicarán dos álbumes: “Solid”
(1975)
y “Beast
from the east”
(1976).
Aun
disfrutarían de algún éxito aislado con su debut para Arista,
”We
are one”
(1977), que incluía tres recomendables temas, “Funky
monkey”,
“Gilly
Hines” y
“Can
you get it (Suzie Caesar)”
o su aportación para las bandas sonoras de “The
greatest”
(1977), la película sobre Mohammed Ali y “The
Warriors”
(1979), el film de culto de Walter Hill, para la que contribuyen con
la correcta “Echoes
in my mind”.
Y, posteriormente, dos álbumes anecdóticos más: ‘Energize’
(1982) y ‘Live
at Montreux 2002’
(2006).
Ignoro
si Mandrill
siguen actualmente en activo, y más teniendo en cuenta el
fallecimiento hace unos años de uno de los hermanos fundadores, Lou
Wilson.
De todos modos, cualquiera de los cuatro primeros álbumes supone una
buena forma de introducirse en el universo personal de un grupo que
si bien no ha sido fundamental, merece un mayor respeto (ha sido
sampleado por Public Enemy, Kanye West o Eminem) y es un claro
ejemplo de la efervescente y prolífica escena negra americana de
principios de los setenta.
Artículo escrito por LITTLE BASTARD
(fotos:Discogs.video:Neftali Santiago)
un blog diferente al resto de los otros abrazos desde
ResponderEliminarMiami
Bueno gracias, solo son gustos personales, me alegro que te guste. Guaua Miami, imagino que un buen sitio para vivir.
EliminarMe los apunto, no los conocía de nada (y mira que es raro) pero me ha gustado lo que he escuchado de ello.
ResponderEliminarNo es un grupo de primera fila, pero su calidad es de primera, espero que los disfrutes como me sucede a mi.
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