13 de noviembre de 2019

MANDRILL: leyendas algo olvidadas

Cuando se habla de las bandas funk más importantes de los setenta se suele citar, como norma general, a formaciones fundamentales como Sly & The Family Stone, Funkadelic/Parliament, The Meters, Isley Brothers, etc, quedando en un segundo plano grupos como Mandrill, probablemente por cierto desconocimiento, porque quizás no tengan una obra maestra de referencia como los anteriores o por su demostrada voracidad a la hora de absorber estilos (funk, soul, psicodelia, rock, salsa, progresivo, blues, jazz, etc), que pueden convertir su propuesta en algo indigesta, según ciertos paladares.
Fundada en 1968 por los hermanos Wilson (sí, amigos, existían otros hermanos Wilson, pero éstos eran negros y no tenían fijación por el surf y la playa): Carlos Wilson (trombón y voz), Lou Wilson (trompeta y voz) y Ric Wilson (saxo y voz), que aunque nacidos en Panamá (un dato fundamental a la hora de determinar el influjo de la salsa o la música latina en su música), emigran siendo críos a Estados Unidos, instalándose en el área de Bedford-Stuyvesant (Brooklyn).
Tomando el exótico nombre de una vistosa variedad de monos de África Occidental, realizan sus primeros ensayos en la peluquería de mamá Wilson, entre lacas y secadores de pelo. Progresivamente se van incorporando nuevos miembros: Claude “Coffee” Cave (teclista y voz), Omar Mesa (guitarra), Bundie Cenas (bajo) y Charlie Pedro (batería), hasta que finalmente consiguen un contrato con Polydor Records, donde publican un más que notable debut, “Mandrill” (1970), en el que dan muestras de su ADN musical, ya que ningún estilo se les resiste: Soul sinfónico (“Symphonic revolution”), influencias más que evidentes del mejor Santana (“Rollin’ on”, “Mandrill”), e incluso hay espacio para una larga suite conceptual de catorce minutos dividida en cinco movimientos, “Peace and love (Ameni Na Mapenzi)”, que ríete tú de Emerson, Lake & Palmer.
Pero es con su segundo trabajo “Mandrill is” (1972), y tras la entrada al bajo de Fudgie Kae Salomon en sustitución de Cenas, donde la banda logra dar forma, bajo mi punto de vista, a su obra más completa. Grabada, al igual que su debut, en los estudios Electric Ladyland de Hendrix (New York) entre diciembre de 1971 y marzo de 1972, con su productor de confianza, Alfred V. Brown, y con una más que sugerente y mística portada, reafirma todo lo positivo logrado en su anterior disco, llevándolo un paso más allá y ampliando su paleta de influencias: Trallazos funk (“Ape is high”, “Git it all”), salsa (“Cohelo”), progresivo (“Children of the sun”, “Central Park”), influencias africanas (“Kofijahm”), desvaríos cósmicos (“Universal Rhythms”), el omnipresente Santana de nuevo (“Lord of the golden baboon”), hard-rock (“Here today gone tomorrow”) o soul (“I refused to smile”, “The sun must go down”). 
Si bien con este segundo álbum consiguen sus primeros éxitos (los mencionados “Ape is high” y “Git it all”), será con su siguiente disco, “Composite truth” (1973), la entrada de un nuevo batería (Neftali Santiago) y sus correspondientes singles, el funky “Fencewalk” y el pegadizo ritmo latino de “Hang loose”, con el que alcanzarán una mayor repercusión entre el público. Del resto de cortes destacan la salsera “Hágalo”, el atmosférico instrumental latin-soul “Morocco nights” y la hipnótica “Don’t mess with people”.

En ese prolífico año entregan a Polydor otro recomendable trabajo, “Just outside of town” (1973), entre los que sobresalen “Mango meat” y “Fat city strut” (otros dos buenos ejemplos de la perfecta fusión entre funky y música latina) y la sensual balada “Love song”.
El siguiente paso será “Mandrilland” (1974), un doble álbum muy ambicioso donde todavía mantienen el tipo compositivo, con cortes marca de la casa como “Positive thing”, “Road to love”, “House of wood” o “Folks on the hill”, aunque sin aportar nada especialmente novedoso. 
Es, a partir de su marcha a United Artist Records, cuando su estrella empieza a declinar, debido principalmente a la inevitable repetición de esquemas, la creciente falta de inspiración y el celo de los hermanos Wilson por preservar el control de la banda, que provoca la constante entrada y salida de nuevos miembros. De todos modos, para dicho sello publicarán dos álbumes: “Solid” (1975) y “Beast from the east” (1976).
Aun disfrutarían de algún éxito aislado con su debut para Arista, ”We are one” (1977), que incluía tres recomendables temas, “Funky monkey”, “Gilly Hines” y “Can you get it (Suzie Caesar)” o su aportación para las bandas sonoras de “The greatest” (1977), la película sobre Mohammed Ali y “The Warriors” (1979), el film de culto de Walter Hill, para la que contribuyen con la correcta “Echoes in my mind”. Y, posteriormente, dos álbumes anecdóticos más: ‘Energize’ (1982) y ‘Live at Montreux 2002’ (2006).
Ignoro si Mandrill siguen actualmente en activo, y más teniendo en cuenta el fallecimiento hace unos años de uno de los hermanos fundadores, Lou Wilson. De todos modos, cualquiera de los cuatro primeros álbumes supone una buena forma de introducirse en el universo personal de un grupo que si bien no ha sido fundamental, merece un mayor respeto (ha sido sampleado por Public Enemy, Kanye West o Eminem) y es un claro ejemplo de la efervescente y prolífica escena negra americana de principios de los setenta.

Artículo escrito por LITTLE BASTARD

(fotos:Discogs.video:Neftali Santiago)

4 comentarios:

  1. un blog diferente al resto de los otros abrazos desde
    Miami

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    1. Bueno gracias, solo son gustos personales, me alegro que te guste. Guaua Miami, imagino que un buen sitio para vivir.

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  2. Me los apunto, no los conocía de nada (y mira que es raro) pero me ha gustado lo que he escuchado de ello.

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    1. No es un grupo de primera fila, pero su calidad es de primera, espero que los disfrutes como me sucede a mi.

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