Me
imagino que todos recordaréis la ya lejana en el tiempo “Jackie
Brown”, la tercera película de Quentin Tarantino, que rendía un
evidente homenaje a los populares films blaxploitation de los años
setenta. Lógicamente, su banda sonora también iba en esa línea,
repleta de “black music”, y de entre sus temas, destacaba en
especial el elegante “Natural high” de Bloodstone, un gran éxito
en 1973.
Formados
en Kansas City (Missouri) en 1962, a partir de un grupo de doo-woop
llamado The Sinceres, seis años más tarde estaban instalados en Las
Vegas y de ahí se trasladan a L.A. en busca de un contrato que no
acaba de llegar. En 1971, la banda ya constituida por Charles Love
(voz y guitarra), Melvin Webb (batería), Charles McCormick (bajo y
voz), Willis Drafen Jr. (guitarra y voz), Roger Durham y Harry
Williams (ambos a la percusión y voz), se traslada a Londres
aconsejados por su manager, donde ficharán por London Records
(subsidiaria de Decca) tras una brillante actuación como teloneros
de Al Green.
Después
de girar por Europa y USA, debutan con “Bloodstone” (1972), un
interesante y enérgico álbum plagado de buenos temas (“Sadie
Mae”, “Take these chains”, “You don´t mean nothin” o una
extensa versión de “Little green apple” de Bobby Russell).
Además editan dos singles simultáneamente (“That’s the way we
make our music” y “Girl
(you look so fine)”) no incluidos en dicho trabajo y compuestos por
su nuevo miembro, Eddie Summers, que sustituye al anterior batería. En
Inglaterra conocen a Mike Vernon, fundador del sello discográfico
Blue Horizon y prestigioso productor (Otis Spann, Fleetwood Mac,
Savoy Brown, John Mayall o Ten Years After), que se encargará de su
nuevo y flamante trabajo, “Natural high”. Grabado en el verano
del 72 y publicado a principios del 73, alcanza el top-10 en las
listas R&B con su single homónimo y, a la postre, tema
definitivo de su carrera, llegando a vender la friolera de un millón
de copias.
“Natural
high” es una hábil y sutil combinación de funk, soul, r&b,
doo-woop, góspel y pinceladas de rock hendrixianas (aunque éstas
fuesen más evidentes en su intenso debut), un álbum caracterizado
por el perfecto empaste y falsetto en las voces de los miembros de
Bloodstone, al estilo de otros coetáneos como The Delfonics, The
Chi-lites, The Moments o The Stylistics.
Sin
llegar al status de obra maestra, es un trabajo más que notable,
donde aparte de su clásico tema homónimo, destacan cortes como “Who
has the last laugh now”, el repescado single “That’s the way we
make our music”, un curioso medley versionando a Bo Didley titulado
“Damn that rock’n’roll: Bo Didley/Diddley Daddy” y el trío
final de temas (“Tell it to my face”/”Ran it in the
ground”/Never let you go”) fusionados al estilo de la cara B de
“Abbey Road”.
Sus
siguientes pasos discográficos, “Unreal” (1973), “I need time”
(1974) o “Riddle of the Sphinx (1974), si bien no alcanzan el nivel
de popularidad de “Natural high”, los mantiene en el candelero,
traduciéndose en una serie de éxitos como “Never let you go”,
“Outside woman” o “My little baby”, llegando incluso a rodar
una película, “Train ride to Hollywood” (1975), para aprovechar
el tirón de todo lo que huela a blaxploitation.
Gracias
a la notoriedad obtenida durante esos años, tienen la oportunidad de
girar con músicos del calibre de Sly & the Family Stone, Curtis
Mayfield, Marvin Gaye, Elton John, Chaka-Khan, The Supremes, Gladys
Knight & The Pips, etc.
Con
el ocaso de la década, su impacto va decreciendo y, tras un fugaz
paso por la Motown con “Don’t stop” (1978), recalan en el sello
de los Isley Brothers, T-Neck Records, donde obtienen su último
éxito, “We got a long way back” (1982) de su álbum homónimo,
hasta su separación en 1984, tras la publicación de Party (1984). En
la actualidad, a pesar del fallecimiento de varios miembros
originales del grupo (Draffen, Durham o Webb), los restantes
componentes (Charles Love, Harry Williams y Charles McCormick) siguen
actuando como Bloodstone en el circuito nostálgico americano.
Cartucho extra:
Artículo escrito por LITTLE BASTARD
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