La
casa se encontraba en lo alto del acantilado. Desde el interior se
escuchaba romper las olas. El viejo señor Feldon no salía desde
hacía quince años, tras la trágica muerte de su esposa. "Querida
Marta", se escuchaba resonar entre las paredes de la casa. En
una cantinela permanente y contínuo que el señor Feldon
repetía sin cesar.
Una
noche la aldaba de la puerta de entrada golpeaba incesantemente. Como
un ente, el señor Feldon se diririgió hacia la puerta. Frente a la
entrada, giró el pomo infestado de telarañas y abrió la puerta.
Frente a sus ojos, una mujer joven y bella, pero en sus ojos se
notaba una sensación de miedo. Al verla su amada esposa le vino
rápidamente a la mente. Aquella mujer era casi idéntica. Había
llegado hasta allí impulsada por el acoso de un hombre al que no
conocía. Y que venía persiguiéndola desde el pueblo más cercano.
Trás
contarle el motivo, el señor Feldon le propuso que tomara un baño,
y se pusiera ropa limpia. Ropa que había vestido su adorada esposa.
Ella
amablemente acogió su propuesta con mucha gratitud. Los ojos del
señor Feldon parecieron volver a recobrar vida. Después de tantos
años sumido en una tiniebla permanente.
Le
dio cobijo, cena y cama, la vistió con ropas de Marta. Dentro de
aquella casa, aquella chica llamada Lisa jamás volvió a oír su
nombre. Eso ya formaba parte del pasado. La casa del señor Feldon
jamás volvió a abrir sus puertas. Aquel lamento que repetía
una y otra vez el señor Feldon, jamás volvió a oírse. Pues había
cobrado vida nuevamente. Aunque solo en la mente trastornada del
señor Feldon.
Relato
escrito por Víctor.
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