El 29 de agosto del 2016 falleció el genial Gene Wilder. Este actor y cómico ha significado mucho para mi. Algunas de sus películas las tengo marcadas a fuego en mi memoria. Y suelo visionarlas de vez en cuando. Mis favoritas siempre han sido "El jovencito Frankenstein", "La mujer de rojo", "El expreso de Chicago", "El hermano más listo de Sherlock Holmes", "Un mundo de fantasía" y "Terrorífica luna de miel". A modo de homenaje escribí un pequeño relato en aquel triste día. Hoy quería compartirlo con ustedes.
DEDICADO A GENE WILDER.......
Con
el colegio fuimos a la fábrica de Willy Wonka. Era el paraíso,
dulces, colores, era el sueño de todo niño. Ya al crecer mi vena
curiosa hizo que preguntara en casa cosas acerca del sexo. Esas niñas
en mi clase empezaban a atraerme como antes lo hacía los dibujos
animados. Siempre me daban evasivas, así que tuve que descubrirlo
por mi cuenta. Recuerdo a mi padre y su frase "Que haces en el
baño todo el día, sal de ahí y dale la oportunidad a otro".
Crecí y me casé, una chica preciosa. De viaje de novios nos fuimos
a Transilvania. El cochero nos llevó hasta un castillo. Ahora era un
hotel. Aunque tenía fama de ser muy siniestro. El mayordomo era un
tipo pequeño y jorobado. Pero amable y gracioso. A la vuelta, nos
instalamos en Londres. El periódico de ese día a nuestra llegada
resaltaba en sus titulares un caso de un gran robo. Y que tras la
desaparición del más famoso detective de la ciudad, su hermano
pequeño estaba tras el caso. Un tipo que se las daba de listo. Y que
tenía fama de sabelotodo. Riñas de hermanos supongo. En uno de mis
viajes de negocios, estando en el expreso de Chicago. Me vi envuelto
en un gran lío entre mafiosos. Por suerte un camarero de color fue
mi escudero. Tampoco pude evitar caer ante los encantos de una mujer
rubia. Un tipo serio y fiel como yo. Ella me dijo que era el mejor
amante del mundo. Y claro, ante eso, poco se puede decir. Los tres
días allí dentro fueron como un gran orgasmo. Siempre he sido algo
seductor, incluso se me daba bien cantar. Más adelante otra mujer se
cruzo en mi camino. Era muy graciosa, y sus encantos más allá de
físicos eran por su oratoria. Claro, que al poco de estar con ella,
los problemas se multiplicaron. Iba en busca de su hermano, y me vi
envuelto en una trama de espionaje que prefiero no recordar. Siendo
ya un cuarentón, y felizmente casado con la chica de siempre. No se
que me pasó, pero atravesé una fase complicada. Y mis ojos se
fijaron en esa chica que de la nada apareció en el parking de la
oficina. Su cuerpo era de morirse, labios carnosos y ojos como
conchas enormes. La seguí día si día también. Hasta que
finalmente quedé con ella. Allí estábamos, en esa habitación de
hotel. Una diosa dispuesta a amarme toda la noche. Pero la cosa no
salió bien. Y la velada se vio interrumpida de forma tajante. Un
tiempo después, mi mujer y yo decidimos visitar a una tía rica que
no veía desde que era un crío. Vivía en un caserón enorme
apartada de todo bicho viviente. Para sorpresa ese mismo fin de
semana había reunido a más miembros de mi familia. Lo cierto es que
siempre me dio algo de miedo ese sitio. Y los recuerdos del pasado
asaltaron mi mente durante todo el fin de semana. Incluso a sabiendas
de que me tomen por loco, me pareció ver una especie de lobo
rondando por allí de noche. El tiempo no pasa en balde. Y ya de
mayor y viudo, la sordera me atacó fuertemente. Para sorpresa mía,
aquel camarero negro, y algo chistoso volvió a mi vida. Pero una
terrible enfermedad también hizo presencia en el. Ahora era ciego. Y
bueno, nos complementábamos mutuamente. Así seguimos hasta que el
mundo quiera. La vida es un viaje, y el mío a sido de los que se
recuerdan toda la vida.
p.d.
Mi vida sería más aburrida sin tu presencia.
Gracias GENE WILDER
Gracias GENE WILDER
30
de agosto de 2016
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