Si
en los últimos años se viene reivindicando levemente el volcánico
legado de Betty Davis (tampoco lo suficiente, no nos emocionemos), no
ha sucedido lo mismo con el de una vocalista inglesa llamada Ruth
Copeland, cuyos dos álbumes grabados junto a miembros de la saga
Funkadelic/Parliament permanecen, de alguna manera, en el injusto
ostracismo. La historia es un poco liosa pero la resumiremos de esta
forma: Nacida en Consett (al norte de Inglaterra), donde ya hacía
sus pinitos musicales, decide trasladarse a Detroit, donde vive su
hermana. Allí se inicia en el circuito de clubs bajo el nombre de
Kelly Williams. Ejerciendo de eventual corista para Edwin Starr,
conoce al compositor y productor de la Motown, Jeffrey Bowen, con el
que terminará casándose. Éste proyecta la creación de un nuevo
sello, Invictus Records, junto al famoso trío de compositores
Holland/Dozier/Holland; y Ruth, junto a su grupo The New Play, es uno
de sus primeros fichajes. Llegan a grabar un single sin ninguna tipo de repercusión y la
formación acaba disolviéndose. Así que la vocalista decide
emprender su carrera en solitario, pero antes colaborará en el debut
del nuevo proyecto del estrafalario George Clinton para el mismo
sello, Parliament y su trabajo ‘Osmium’ (1970), y para sorpresa
del personal, ejerciendo tanto de productora como en tareas
compositivas. Los favores se devuelven y así la santísima trinidad
del p-funk (George Clinton, Bernie Worrell y Eddie Hazel, nada
menos), así como otros músicos del enloquecido combo deciden
colaborar con la buena moza. Nada de los excesos ni del histrionismo
de la marciana banda. Simplemente unos músicos excepcionales frente
a un material excitante, en lo que serán dos álbumes memorables:
Self portrait (1970) y I am what I am (1971).
Al
contrario que la temperamental e incomprendida Betty Davis, en cuyos
primeros trabajos solía ir a piñón fijo, la Copeland se nos
muestra mucho más dúctil; aquí no sólo encontramos funk guarrete,
sin nada que envidiar al que practicaba la ex de Miles Davis (‘Your
love been so good to me’, ‘I got a thing for you daddy’,
‘Suburban family lament’), sino que también hay espacio para el
soul progresivo (la fascinante ‘The silent boatman’ que recupera
de ‘Osmium’), blues- góspel (‘Crying has made me stronger’),
pop sentimental y folk (‘Thanks for the birthday card’, ‘No
commiment’), rock hendrixiano ( ‘The medal’) e incluso tienen
cabida un par de explosivas versiones de los Stones (‘Play with
fire’, ‘Gimme shelter’).
En su haber, durante un tiempo
consiguió telonear a Bowie o Sly & The Family Stone, siguió
colaborando con Clinton y lo intentaría de nuevo unos años más
tarde, en esta ocasión junto a Daryl Hall como productor, pero sin
ninguna suerte; por lo que acabaría abandonando el mundo de la
música.
Nunca
está de más el reivindicar un tipo de perfil que no abundaba por
aquella época (músico, productor, cantante, mujer) sobre todo si
viene acompañado de dos fascinantes discos, como es el caso.
Dedicado a Jose Carlos García Moreno, por ésta y por tantas
maravillosas recomendaciones….
Artículo escrito por LITTLE BASTARD
(fotos:Discogs.videos:funknroll/SuperXavier30)
No hay comentarios:
Publicar un comentario